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jueves, 27 de febrero de 2014

Blog: Prometo no volverte a abandonar.


Hace mucho que no escribo en el blog, hace más de un mes. ¡Demasiado tiempo! "Dejá de escribir el blog y ponete con la tesis", me dijeron. ¿Y qué hice yo? Escuché y dejé de escribir el blog. ¿Me puse con la tesis? No, no hice ninguna de las dos cosas.

Lo intenté. Confieso que lo intenté con todas mis fuerzas. Hubieron días de mucho calor, donde escuchaba el chapuzón de mis vecinos en sus piletas de lona mientras intentaba concentrarme en redactar algo, era completamente una tortura. Me ponía la pila de textos al lado de la compu e intentaba ordenarlos para decir "sí, tengo todo ordenado y claro, voy a empezar", pero con esa música de verano, niños zambulléndose y temperaturas demasiado altas, era imposible. Escribir un poco e intentar terminar otro capítulo más era lo que quería. No pedía inspiración en inmensas dosis para escribir, sólo un poquito. No pretendía ser una Marx dos y mandarme un Capital Bis. No, nada de eso. Mis pretensiones tesísticas eran modestas.

Aviso que para calmar mi conciencia a esta altura del año que recién comienza, la inspiración me invadió un par de veces. No con mucho entusiasmo, pero estuvo de mi lado, y en ese momento mis dedos volaron y empezaron varios capítulos, que ninguno fue terminado aún, por supuesto. Dejar el blog tampoco hizo la gran diferencia. ¡Pero la intención estuvo! Hay que tenerlo en cuenta.

Tal vez ahora tomo envión con la excusa de que "empiezan las clases" y me pongo en modo turbo para ver si puedo avanzar bastante más de lo que lo hice durante el verano. Pero no me arrepiento de mi veranito. Bastante movido y entretenido. Podría decirse que fue bien disfrutado.

Igual, blog, ¡prometo no volverte a dejar nunca! Quedate tranquilo. Perdón por abandonarte y dejarte a la deriva. ¡Me arrepiento! ¡Antes dejo la tesis! De todos modos, ese fue el motivo por el cual te inicié, ¿no?

I LOVE BLOGGING





jueves, 16 de enero de 2014

Empezar otro capítulo, ¡todo un tema!


Anoche me topé con una ensalada de sentimientos encontrados. Por un lado, disfruté la gran alegría de poder terminar el primer capítulo de mi eterna tesis. ¡Qué felicidad! Pero por el otro... después de tanto festejo (interno, por supuesto) me di cuenta que no era una noticia tan buena... Si algo termina, significa que empieza otra cosa. Y esa otra cosa es un capítulo nuevo. Y en realidad, no sé si es lo que quiero...

Ya me había acostumbrado al tema, a los autores y a la forma en la que se relacionaban los conceptos. Estaba cómoda donde estaba. Llegando al final me sentaba a escribir ya sabiendo qué era lo que tenía que poner, porque ¡ya lo sabía! Venía hace rato con lo mismo.

Es como la facultad: deseás terminarla para empezar a trabajar de lo que estudiaste, pero después de rendir el último final te das cuenta que la vida de estudiante se te terminó y que ahora realmente no te queda otra que trabajar. Ese es otro capítulo, que tanto deseaste pero que, ahora que llegó, no querés abordar, porque se trata de empezar un mundo completamente nuevo y no sabés si te vas a acostumbrar. Bueno, así de dramático es mi momento.

¡Terminé un capítulo! Sí todo muy lindo, pero tengo que empezar otro. ¡Buuuuu! Tengo que reiniciar todo el proceso de mentalización sobre la temática que concierne a esa nueva sección. Ponerme a conversar con los autores, que son otros completamente distintos y que no sé si serán más simpáticos, porque medio que me olvidé un poco los puntos importantes que me dijeron cuando cursé la materia que los convocaba y a través de la cual llegaron a mi bibliografía.

No sé. ¡Es todo un tema!


lunes, 6 de enero de 2014

Temporada de verano

Hoy, después de una siesta bien merecida, me puse a corregir un par de cosas que mi director me señaló. Por suerte no fue tan grave, no era demasiado lo que había que arreglar, estaba todo medianamente bien lo que le envié.

Quise cambiar un poco y, en vez del escritorio de todos los días, no tuve mejor idea que trasladarme al patio. Aprovechando que los Reyes habían traído reposeras nuevas, me senté en una en compañía de mi tesis, mientras apoyaba los pies en otra silla y comía garrapiñadas de Año Nuevo.

Parecía todo muy lindo, hasta que los vecinos decidieron hacer uso de su nueva pileta. El problema no vino por que eran como veinte que hablaban y hacían chistes, y menos los niños que jugaban y gritaban como descosidos. No no. Lo que me lastimaba los oídos era el sonido de los chapuzones. ¡Te querés matar!

Ah... lo que hubiera dado por mojar los piecitos aunque sea. Abandonar el teclado por un momento y meterme al agua con un flota flota y una coca bien fresca, de esa que hace transpirar el vaso.

Lo superé. ¡Lo logré! Me negué a pensar que del otro lado del libustro existía el paraíso del momento, y me concentré en mi amigo Schvarstein y compañía. Pude corregir todo y dejé todo bien ordenadito. Mañana va a ser otro día y me va a tocar a mí hacer uso del cocodrilo inflable.

Martes #OFF