martes, 24 de diciembre de 2013

La no carta

Llega Navidad, junto a la cena en familia y también los regalos. Con 24 años, dejé de ser una niña hace rato, o eso fue lo que creí cuando me fui a vivir sola para estudiar. Por supuesto que ya no le escribo cartas a Papá Noel, creo que la última fue hace dos décadas. Sin embargo, por más adulta que sea, por dentro siempre deseo que me regalen tal o cual cosa, o que mi tía se equivoque y en vez de adornos me traiga un par de zapatos de Saverio Di Ricci o que mi hermano este año se esmere. Pido imaginariamente mis regalos.

Este año, además de desear lo que dicen las vidrieras de todos los negocios (paz, amor, salud y prosperidad), quiero jugármela a lo grande. Deseo...deseo... ¡que mi director de tesis me diga que lo que escribí está perfecto! No, tiene que ser algo más. Deseo que... ¡la tesis se escriba mágicamente! ¡Nooo! Tiene que ser un deseo imposible que sólo se resuelva en Navidad, como en las películas. Entonces... ¡ya sé! ¡Quiero el título de Licenciada abajo del arbolito! Sí, ¡eso!

Algunos dirán que es pedir demasiado. Ya sé. De todos modos, no esperaba que se hiciera realidad, son ilusiones de adorno. Porque, por más carta que le escriba o no a Santa Claus y sus 38 mil renos, nunca me trajo lo que quería. Los rollers que quería a los 8 se convirtieron en ropa y la malla que pedí a los 16 terminó siendo un par de sandalias que nunca usé.

Mejor, no espero regalos y me prendó al pan dulce con frutas que me encanta y nadie come.

¡FELIZ NAVIDAD, COMPAÑEROS TESISTAS!


1 comentario:

  1. Jajaja no estaría nada mal ese regalito!! Y a mi también me encanta el pan dulce de fruta abrillantada, no entiendo como a la gente no le gusta!

    ResponderBorrar